Narices rojas para sentir, habitar y expresar
Hemos partido de la propia experiencia de trabajo con las personas con diversidad funcional que acuden al centro de día FUNPRODAMI por el poder de transformación personal y social que ha supuesto en las personas participar en un grupo de clown y en el público que viene a ver sus espectáculos.
El taller de expresión teatral forma parte de la programación del centro de día desde el inicio, allá por el 2007. En 2017, con mucho respeto, incluimos la nariz roja en el taller de expresión dramática, creando un taller exclusivo de la técnica de clown. Al principio ponerse la nariz era como quien se pone un bigote, un gorro o una peluca. Ni sentir, ni habitar, ni expresar. Sin embargo, poco a poco han ido integrando la técnica, convirtiéndose en el vehículo de expresión más efectivo para las personas con diversidad funcional intelectual que acuden a nuestro centro de día. Han aprendido a reírse de sí mismas y a entregar de forma generosa su creatividad, sus emociones y su placer.
SENTIR.
Sentir les cuesta más a quienes tienen más prejuicios, a quienes ponen más cabeza (¿estaré haciendo gracia? ¡Voy a hacer esto que seguro que les va a encantar!) Se alejan más de lo emocional, de su intimidad, de su yo. Quien se deja llevar por el sentir, sin importarle los demás, encuentra su propio disfrute. Una vez que consigues sentir, lo demás va rodado. La nariz a veces te da alas. Una persona del grupo que suele ir cabizbaja por la vida es ponerse la nariz, y su payasa es capaz de mirar a los demás, tiene presencia y dice ¡aquí estoy yo! En cambio a quienes tienen más ego, el clown les pone en su sitio. En el grupo son quienes proponen, mandan, dirigen el juego hasta que llega otro clown y propone otra cosa. Una regla es que “el clown siempre dice sí” así que la persona que lidera, también dice que sí (aunque no quiera).
HABITAR.
Las personas le damos a nuestro payaso y a nuestra payasa nuestra personalidad pero hacemos a través del juego del clown, que se potencien todas nuestras emociones. Hay una persona en el grupo que no suele aceptar la frustración en su vida diaria, sin embargo, en clown es capaz de controlar su conducta y encima, hacemos humor de ello. ¿No es maravilloso? Habitar es dejarse llevar por el sentir y encima transformarlo en algo placentero. Buscar el placer en ti, ver cómo me lo paso bien, hace que quien mira, también lo disfrute conmigo. En el grupo hay una persona que todo lo que propone implica pequeñas acciones (mirar los aros, observarlos detenidamente, dar vueltas alrededor…) sólo él entiende lo que está haciendo, pero los demás estamos con él y nos encanta.
EXPRESAR.
Estar convencido de que hagas lo que hagas la gente está contigo, que el público se va a reír. Quizás este trabajo parezca el más sencillo, sin embargo, en un grupo de personas con diversidad funcional intelectual, que han estado escolarizados (incluso llegando al instituto) tener la convicción de que los demás te apoyan y que se ríen contigo y no de ti, lo hemos tenido que trabajar. Una persona que cada vez que improvisaba me preguntaba ¿no se van a reír de mí? ¡Qué técnica artística el clown que ha conseguido convertir años de ser el centro de burlas...en ser les protagonista de sus risas!
Desde nuestro estreno de la primera obra ¡Cataclown! en junio del 2018 nos hemos dado cuenta que estamos formando payasos y payasas con diversidad funcional intelectual con la exigencia de una compañía artística profesional inclusiva que pueda formar parte de circuitos profesionales por la calidad de el espectáculo presentado. Pensamos que es necesario reclamar este espacio dentro de los circuitos profesionales de artes escénicas y de clown en particular, ya que una persona con diversidad funcional intelectual haciendo clown es un agente transformador en sí mismo como sujeto y como objeto. A cada persona su payasa le permite ser desde su autenticidad, no tienen que interpretar nada, por lo que es una técnica maravillosa de aceptación y conocimiento para las personas con diversidad funcional con las que trabajamos. Pero sin duda, el trabajo más difícil pero el más transformador para las personas con diversidad funcional intelectual y el público es el cambio de rol de objeto de burla a sujeto: el público se ríe de ti (o contigo) porque se identifica contigo, te entiende y le interesas. Si además tenemos medios como para hacer un entrenamiento técnico y montajes de calidad ¿Acaso no es lo que queremos conseguir con la cultura inclusiva?